Grabando voces de Ignacio Copete en "Luliluley"

Creo que hasta el momento, el mayor desafío al que me enfrenté en la grabación de este segundo disco (“Azul y Verde”) fue grabar las voces de un niño de 4 años y medio. Este niño se llama Ignacio Rojí Marsiglia pero fue re-bautizado como Ignacio Copete por su madrina (en este caso, quien suscribe) debido a un remolino que tiene de nacimiento en el medio de su cabecita.



Aprovecho para escribir sobre esto porque creo que hay muchos que no se imaginan las complicaciones a las que uno se enfrenta cuando quiere grabar un niño y en el caso de que se lo imaginen, quizás no sea precisamente las razones obvias como por ejemplo, que afine al cantar y que se acuerde de la letra, sino otro tipo de cosas como por ejemplo el lograr que mantenga la concentración y el volumen al cual canta.

A diferencia de cualquier otra sesión de grabación, en este caso no hay prueba de sonido que se pueda hacer para determinar a qué ganancia se va a grabar… ¿cómo explicarle a un niño de 4 años y medio que tiene que hacer como que canta para ver a qué volumen poner el micrófono y luego esperar que cuando cante lo haga realmente a ese volumen?
Obviamente esto es imposible, o sea que es a suerte y a intuición resolverlo en tiempo real, subiendo o bajando el volumen de entrada del micrófono para que la toma no sature y por ende sea inutilizable.



Otro de los desafíos a los que uno se enfrenta es a que no se enrede con los cables del auricular… algo que no debería ocurrir si se quedara quieto frente al mic pero puede ocurrir cuando en medio de la toma se le ocurre girar sobre si mismo…

Por otra parte, en una sesión de grabación de voces, es bastante común hacer varias tomas de la canción entera para luego seleccionar lo mejor de ellas (edición mediante) y lograr el resultado esperado.
Aquí nos enfrentamos con el siguiente problema: ¿cómo hacer que un niño quiera cantar varias veces seguidas con los auriculares puestos y que no se canse ni se desmotive?
Pues bien, esa es una pregunta difícil de contestar y debo decir que en este caso no tengo una solución específica para dar.

En un momento tuve la “brillante” idea de decirle que se imaginara que era una estrella de rock (porque justo estamos en la época del rock nacional y escucha el término rock por todas partes y lo menciona) pero claro, no se me ocurrió que después de decirle eso, iba a ponerse a saltar y a hacer palmas en plena toma!!!



Y como si fuera poco, es esperable que uno quiera escuchar lo que se grabó para ver si se puede extraer suficiente material para editar la toma… y eso no es una tarea fácil cuando el niño se te sube encima para no sólo escuchar sino para mover el mouse y tocar el teclado de la computadora…

Aquí sí les paso la solución que me dio resultado: basta con encontrar una hoja que tenga alguna superficie en blanco, una lapicera, un marcador o lo que se tenga a mano y decir: “qué te parece si le hacemos un dibujito para regalarle a mamá y a papá?”

¡Qué experiencia! La verdad que me divertí muchísimo después de todo y luego de un par de horas de edición, lograr escuchar una toma con la vocecita entrañable de un niño, especial para “Luliluley”, un tema bastante lúdico y dedicado a mi gatita Luliluleyka.