Inés Saavedra en 3 min

26 de octubre de 2010

Regalo inesperado...

Como "las casualidades no existen", cada tanto te vas encontrando las señales que confirman que vas en la dirección correcta y que te animan a seguir por el camino que elegiste. Hoy recibí un regalo inesperado, que quiero compartir, de esos que me confirman que vale la pena seguir intentando conectarme con el "otro" a ...través de mi música.
El texto adjunto lo escribió una persona que no me conoce, o por lo menos eso creía yo hasta que me mandó esta nota, luego de haber escuchado mis discos... qué lindo!

Ines y el sol.
de Franc Saramago, el El Martes, 26 de octubre de 2010 a las 13:37

La música amansa a las fieras, comenta un dicho popular.
La primera vez que escucho los cds no consigo concentrarme en las letras.
La música me transporta a un estado de ánimo dulce y pacificador producto de la voz que suena y, en ese estado los pensamientos se suceden en un mundo mágico y personal.

El buen sonido y la entrada de los instrumentos me cargan de energía positiva y la mente pensante utiliza este estado para construir pequeños retos diarios que andaban estancados a falta de un hilo del cual escalar a la conciencia.
La armonía de todo el conjunto, el cambio de registros, los diferentes sonidos instrumentales, vocales, a modo de silbidos o con la intervención de otros, adultos o niños y otra vez la voz, mimosa, viva, sutilmente decidida, sufridora a veces, enamorada otras, desencantada otras, pero siempre con un tono de espíritu alto, de voluntad conciliadora de todo, lo vivo y palpitante. De todo lo que pueda inspirar cariño y ser mimado. De voz que se desvive por salir adelante.

Esa voz a la que tienes que acostumbrarte para que deje de ser banda sonora de mis pensamientos que se distribuyen y se mimetizan con todos los registros sensoriales que he definido al escucharla. Una vez acostumbrado, lo que entra por el oído es difícil de manejar, ya puedo por fin entrar a la lectura de los contenidos.

Se tiene la sensación de trabajo bien pensado, bien hecho y con gusto elegante, para envolverlo todo con mucha personalidad, una personalidad con aspiraciones de dar y de compartir, sobretodo compartir.

Ya, ya lo se. Tienes voz de mama. Creo que siempre que imagine como sonaría una madre, creo que tus maneras serian el ensamblaje perfecto dentro de mi conciencia. Suenas como una dulce mama.

Mimos, mimos de todos los colores, una caja llena de mimos, para según que y según quien. Una caja recurrente para toda la vida. El miedo de sentir, el miedo de perder, de acostumbrarse, los mimos transformados al dormirte a su costado.
El disco no termina, “siempre corriendo”, en el coche y vuelve a sonar y los mimos se funden en el mar, con sonido y ritmo los mimos se llenan de espuma, porque a veces las canciones no terminan nunca y te transportan, a veces al pasado, pero con un tono diferente, como diciendo aquí estoy yo, pero como siempre, con moderación y sutileza, sin aparentar, sin aplastar, “miedo ha hacer ruido” dices tu, no harías ruido ni queriendo, j eje, pero aquí estoy yo, gracias a los mimos.

Las guitarras suenan, y tu, retadora, quizás te has perdido, las lagunas y la duda, que siguen sonando bien, como para disfrazar a veces la ansiedad de la existencia, suena mejor el envoltorio para esconder tus sentimientos. Porque cuando están seguros, solo suenas tú.

Luliluley, jeje ya estas, y bien viva, que tono… el tono cotidiano, me arreglo, las prisas, la cabeza tan viva, tantas cosas para hacer, no duermo bien si no termino una canción, y al tiempo tan distraída, tan soñadora y distraída en ti misma, en tus juegos, fuiste niña, muy niña, “siempre corriendo” una niña vivida y no de pasada, siempre niña, eres niña 7 saltar, cierro los ojos mientras meditas, es tan suave su comienzo A SALTAR en un grito profundo del alma y tenue, siempre tenue, aunque se te lleve la vida, tenue para calentar tus pies en un suave suspiro de paz, el invierno saltando es como un pastel blanco, pero siempre esta la primavera, por que yo no se ingles, las flores para regalar, y la añoranza de los vientos, Montevideo también se añora, como todas las ciudades que tienen rió como mar.

Para quitar la añoranza esta el sol, mucho sol, siempre el sol, el color, el calor y sus caprichos, es tu juventud el sol, suena tu juventud con el sol” siempre corriendo” perdida en una estación buscándote a ti misma, como un vagabundo que regresa al sol. No quieres saber de ti, acostarte y no pensar, te gusta levantarte, cruzar los brazos detrás de tu cabeza y los recuerdos, el sol para colocar el pasado color sepia en un baúl abierto, el sol te anima, no hay heridas, las lecciones son buenas, poro el tiempo no las quita, no. Pero como una hormiguita, pasan los días… empezaras a construir otra vez cuando llegue marzo, tijera, lápiz, goma y papel para reinventarse. Para buscar la verdad, por que las casualidades y la magia si existen…

Paco.

gracias Paco!!!!!

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