Inés Saavedra en 3 min

26 de julio de 2015

"Ibizautor" - cantautores hippies en Ibiza

Hasta hace un par de semanas, cada vez que me mencionaban Ibiza, en mi cabeza desfilaban las imágenes de discotecas y fiestas con Dj's a la carta, hordas de gente abducida bailando música techno y todo tipo de excesos.

Pero como era de esperar, existe otra Ibiza que tuve la suerte de conocer gracias a la invitación de Tony el negro; una Ibiza mucho mas austera en la que se puede elegir vivir el presente sin más y en la que podés desconectar para re-conectar.


de izq a der: Alfonso Copé, Boris Garcés, Inés Saavedra, Tony el negro (cantautores en Ibiza)

Lo único que sabía es que Tony vivía en comunidad en una una montaña y la verdad es que no necesité más detalles para aceptar la invitación y embarcarme en la aventura. Alfonso Copé y Boris Garcés hicieron lo mismo y junto con Tony, el plan era compartir una semana de bolos en distintos lugares de la isla.

Subiendo unos 5 kms por un camino angosto y sinuoso pensado para poner a prueba la amortiguación de cualquier coche, llegamos a nuestro destino, perdido en una montaña en el centro de la isla.


Ibamos con intenciones de dormir todos juntos (¿somos hippies o que?  noooo... me refiero a compartir habitáculo) pero ya Tony lo tenía todo dispuesto y me instalé en una acogedora casita de bambú a salvo de los mosquitos... que decepcionados se fueron a la cueva donde se habían instalado Boris y Alfonso (con quien se despacharon a gusto... aunque no sabemos si es que estaba muy rico o si fue porque ellos tampoco podían dormir por sus ronquidos, jejeje).

Sin más luz que la que por el día nos proporcionaban un par de paneles solares que a duras penas nos permitían cargar nuestros teléfonos móviles, nos limitábamos a comprar lo básico para comer ese día y lo del desayuno de la mañana siguiente puesto que no había nevera. Tuvimos que guardar todo en una caja casi hermética para salvarlo de las miles de hormigas hambrientas que brotaban por todas partes y de las ratas! que tenían el descaro de darnos las buenas noches y los buenos días con sus chillidos.

Por las mañanas, después de un desayuno con sobremesa en el que nunca faltaron los chistes y todo tipo de juegos de palabras en los que Alfonso y Tony nos llevaban amplia ventaja, nos turnábamos con la guitarra de Tony (no nos pudimos llevar las nuestras por volar en lowcost) para rescatar canciones y ensayar las colaboraciones (coros, etc) que fluyeron naturalmente.

También hubo tiempo para intercambiar rumba y candombe y sin que nos diésemos cuenta se nos hacía la hora de comer con otra distendida sobremesa y un intento de siesta que las hormiguitas interrupían paseándose por nuestras piernas.

Después de 2 días de reclusión en la montaña por elección (a Tony le costó 2 días convencernos de hacer "el tour" por la comunidad que finalmente nos llevó sólo 10 minutos hacerlo), y bajando exclusivamente para ir a tocar, decidimos que ya era hora también de aprovechar para visitar alguna cala y disfrutar de los atardeceres de ensueño de los que también todo el mundo hablaba.

La primera fue una cala secreta al lado de Cala D'Or, desde donde se ve Es Vedra y a la cual se llega por un camino de descenso muy pronunciado con un trayecto que implica algo de rappel y para el que me tuve que sacar las chanclas para no despeñarme, demorando tanto que casi no llego antes de que el sol se escondiese.


En Sa Caleta marcamos tendencia con una sesión natural de spa, untándonos arcilla en todo el cuerpo.
 

Al otro día fuimos a Benirrás, la más hippie de las calas donde podés encontrar todo tipo de personajes, incluyendo hippies de verdad y también los de postureo...

tocando tambores para despedir al sol

atardecer en Benirrás

Y a estas alturas, me doy cuenta que todavía no puse nada de los bolos que hicimos.
En Can Suldat después de casi 3 horas de bolo, nos zampamos un delicioso entrecot de ternera mujiente que se deshacía como manteca a pesar de que según el dueño suizo, en inglés nos dijera que había sido todo muy "boring, boring, boring" (aburrido).
charlando con Tony
Tirándole de la lengua, comprendimos que su opinión se basaba en que las canciones eran en español y que le habían dicho que el contenido era religioso! Le aclaré que versaban sobre la vida, el amor y el sexo y por un momento pareció como si fuera a cambiar de opinión!, pero se limitó a decirnos que estaba contento porque a la gente le había gustado, no sin volvernos a decir que para él fue super boring, jajajajja!
Ya puestos, disfrutamos de otra distendida sobremesa y de los chupitos que él mismo trajo para brindar con nosotros.

charlando con Zoe que junto a Cris, nos acompañaron en casi todas nuestras aventuras
En Sagresca también nos trataron genial y de allí nos fuimos para Itaca, un sitio por el que pasan todos los músicos de la isla y en el que conocimos a Pilar, su dueña, que con sus sesenta y pico se mostró muy intrigada cuando se enteró que además de los chicos yo también hacía canciones... "¿una mujer cantautora? ¿y qué es lo que haces? ¿tienes ganas de tocar?" a lo cual no me quedó más remedio que rendir "exámen" para que pudiera comprobar que las mujeres además de cantar, también podemos tocar la guitarra y hacer canciones... sin comentarios.



Después de aprobar con un "tócate otra más" y de que todos tocáramos un par de canciones, llegó su turno que duró el resto de la noche, cantando versiones de todos los colores con un vozarrón de contralto acompañada de un guitarrista de aspecto heavy y un whisky entre canción y canción. 

El finde, tuvimos bolo mañanero en el mercadillo de Sant Joan. De éste, aparte de lo bien que lo pasamos, lo más pintoresco fue el grupo de música indú que nos precedió y del que lamentablemente no tengo registro, especialmente del cabecilla del grupo que a una velocidad trepidante tocaba y cantaba frases del tipo "dirím, darám, durúm, derendín..." que pretendía que repitiésemos y de las cuales sólo lográbamos decir el final "dáaaaa".

Y ya para rematar, un divertidísimo paseo en la parte de atrás de una caravana, sentada en una silla que se movía con cada curva hasta Cala Xarraca y durante el cual terminamos cayéndonos unos encima de otros y con todas las frutas que habíamos comprado en el mercadillo rodando por todas partes.


Se que me dejo unas cuantas anécdotas en el tintero pero este post ya está que desborda y la verdad es que ahora mismo, y con el calor que sigue haciendo, lo que más me apetece es tomarme una cervecita bien fría, como las que nos tomamos allí, entre risas, buen rollo y buena música. Salud!


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